lunes, abril 19, 2021

Cuando el absurdo llega a niveles insospechados: empleo de términos ilógicos en arengas políticas

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Definitivamente no se trata de partidos polticos ni de corrientes filosóficas ni mucho menos de posiciones ideológicas. Se trata de sentido común (quizá... el menos común de nuestros sentidos). Pero es que, en algunas cosas, el absurdo está llegando a niveles insospechados con el agravante que, para algunos, lo dicho o hecho está muy bien hecho y hasta se le aplaude como símbolo de un gran avance social. Tampoco se trata de machismo o feminismo, porque es claro que la inclusión social (desgraciadamente tan manipulada) se logra con cambios reales y profundos que poco o nada tienen que ver con la creación de palabras, que lo único que hacen es convertir un idioma en un batiburrillo incongruente de vocablos muy apartados de la lógica.

Y este pensamiento lexicográfico y lingüistico me viene a la mente cuando soy testigo de un discurso pronuciado por una ministra del gobierno español (cuyo nombre omito para no otorgarle una publicidad gratuita e inmerecida) apenas el pasado viernes y en el que prodigó un rosario de palabras inventadas, que por supuesto no aparecen en ningún diccionario de habla hispana, y que sólo demuestran un desmedido intento por sobresalir a base de posiciones estúpidas y poco inteligentes. 

La señora en cuestión hablaba, por ejemplo, de "hijo, hija, hije...";  de "niño, niña, niñe..."; "todos, todas, todes..."; "escuchados, escuchadas, escuchades..."; "uno, una, une..." y una retahila de terminos por demás absurdos e insensatos.

Sigo insistiendo en que la equidad de género y la diversidad sexual, no se conquistan ni se normalizan añadiendo una "e" al final de una palabra elegida. Es una lucha que se debe librar en los congresos, en las plazas públicas, en asambleas, en centros educativos y, sobretodo, en el propio hogar que es donde se inculcan los valores a los hijos que después actuarán en la vida. Ahí es donde habría que emplear toda nuestra energía e inteligencia, no en la creación de términos políticamente oportunos pensando que, destrozando un idioma que es patrimonio de muchos millones de personas, se es más moderno, progre, abierto e inclusivo socialmente.

Porque de seguir así pronto veremos disparates lingüísticos como por ejemplo "cardiólogo, cardiologa, cardiólogue...", "cartero, cartera, cartere..." o "diputado, diputada, diputade..."

Más cerebro y menos labia populista, por favor....


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