Víctor Ibarra, es actual compositor en la Casa de Velázquez madrileña y, como es norma, cada residente ofrece en estreno mundial un trabajo anual. En esta ocasión, se trata de Química del agua, para grupo instrumental. Ibarra ha concebido esta obra como un “diálogo” con el trabajo fotográfico de Guillaume Lemarchal, miembro también de la Casa de Velázquez. Este diálogo no incorpora descripciones, “es más un libre ejercicio interdisciplinar” entre expresiones artísticas. Ibarra presta especial atención al aspecto armónico de su música y a las relaciones espaciales de los sonidos, lo que le sirve para plantear una especie de “crónica sonora”
En la propia página web del compositor mexicano se puede leer un texto escrito por la musicóloga Paloma Benito Fernández que traza, de manera superficial, un rápido perfil biografico:
De origen mexicano, Víctor Ibarra ha experimentado, en su vasta formación, tanto en su país natal como en Francia y Suiza, las enseñanzas de maestros como Hebert Vázquez, José Luis Castillo, Edith Lejet, Daniel D’Adamo o Michael Jarrell, recibiendo, entre otros, los siguientes reconocimientos internacionales: el primer premio del concurso Alea III en Estados Unidos, el primer premio del concurso Auditorio Nacional de Música en España, el primer premio del concurso Mauricio Kagel o el Premio Zeitklang en Austria. Recientemente ha sido seleccionado en el 7º Foro internacional de Jóvenes compositores del Ensamble Aleph, al tiempo que recibe su nombramiento como miembro de la Casa de Velázquez – Academia de Francia en Madrid.A ver si más adelante podemos tener la oportudidad de escuchar esta obra, que será estrenada el próximo lunes 27 de abril del 2015, para evaluar el trabajo de este compositor mexicano que, actualmente, reside en España.
Asiste con regularidad a la difusión de sus producciones, interpretadas magistralmente por prestigiosos grupos de ámbito internacional; recientemente, ha concluido su Maestría en Composición en el Conservatorio Nacional Superior de Música y Danza de Lyon obteniendo el primer premio por unanimidad y el reconocimiento de la fundación Salabert. A partir del 2014 es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes de México.
Su estilo se nutre de los más variados recursos que perfilan un lenguaje genuino, inmerso en la microtonalidad y con un escrupuloso trabajo armónico que puede resultar laberíntico y hasta obsesivo, acentuado por esa energía rítmica que se convierte en un componente esencial de su discurso o el empleo del virtuosismo instrumental –como una herramienta para generar espacios y dimensiones–. La influencia del espectralismo francés –que le ayuda a trabajar con una intención colorística y tímbrica, aunque no de forma exclusiva– y el diálogo interdisciplinar –que acostumbra a establecer con las artes plásticas–, imprimen una huella personal en su trabajo, que aborda desde una claridad en los instintos e ideales compositivos.
0 comentarios:
Publicar un comentario