Kiko, como cariñosamente se le conoce a Enrique, nos ha expresado ésto: "...me considero 100% español y 100% mexicano y esa estereofonía cultural me parece un verdadero privilegio. Tengo, afortunadamente, las dos nacionalidades y desde niño viajo a México casi todos los años, normalmente por periodos largos. Por otra parte siempre he estado muy vinculado a la colonia mexicana en España y he colaborando en muchos temas culturales, a lo largo del tiempo, con la Embajada y, sobre todo, con el Instituto de México en España." Con este mexicano en España hemos tenido una deliciosa entrevista que compartimos aqui mismo con todos ustedes:
Enrique Helguera de la Villa |
Ésta es la entrevista completa a Enrique Helguera de la Villa
- ¿Dónde naciste?
Nací en el Sanatorio Español de la Ciudad de México, lo que dice casi todo de mis orígenes. Soy, por parte de madre, hijo y nieto del exilio republicano español. Mis abuelos, Alejandro de la Villa y Francisca de Llano, con mi madre Margarita, de apenas 5 años de edad, atravesaron la frontera con Francia huyendo de la tropas franquistas al caer el frente de Cataluña en 1939, a finales de la Guerra Civil. Mi padre, Enrique Helguera, era de familia mexicana de largo arraigo, descendiente de un aventurero santanderino que, varios siglos atrás, se embarcó en un galeón para buscar fortuna en las Indias. En generaciones posteriores mi estirpe se volvió mestiza, con sabrosos ingredientes indígenas, alemanes y otros que nunca he sabido. Mi padre era abogado y Magistrado del Tribunal Fiscal de la Federación y murió con apenas 33 años.
- ¿Desde cuando estás viviendo en España?
Mi madre, Margarita de la Villa, Licenciada en derecho por la UNAM, enviudó muy joven, y en 1963, ya fallecidos también mis abuelos, decidió volver a España, con sus dos hijos, mi hermana Margarita y yo. Tiempo después se volvió a casar con un teniente republicano, Manuel López Novo, mi segundo padre, que fue sometido a Consejo de Guerra y había pasado años en la cárcel antes de conocerla. Mi madre siempre conservó estrechísimos vínculos con México y dirigió durante muchos años el Fondo de Cultura Económica en España.
- ¿En qué parte de España vives y porqué has elegido esa ubicación?
Yo no elegí la ciudad sino que ella me eligió a mi o, mejor dicho, fue la elección natural de mi madre y siempre la sentí como una ciudad muy acogedora para vivir, no muy grande y con un entorno magnífico: la sierra por el norte y rodeada de lugares tan hermosos como Aranjuez, Alcalá de Henares y Toledo. Durante el franquismo era una ciudad muy gris, nada que ver con la vitalidad de la Ciudad de México. Pasé toda mi infancia y adolescencia en el Instituto Ramiro de Maeztu de Madrid, uno de los más reputados y avanzados colegios de la capital, con unos profesores magníficos y un ambiente genuino, en el que había un alto sentido de la camaradería generado a través de la pasión por el baloncesto y el apoyo enfervorecido e incondicional a su equipo, el “Estudiantes”. Era un instituto masculino y todos los niños jugábamos al baloncesto, aunque poco a poco la selección natural darwiniana se impuso y el deporte terminó abandonándonos a los menos dotados. Posteriormente, en los años 70 Madrid se convirtió en el epicentro de la transición política del franquismo a la democracia, mientras yo cursaba estudios de derecho en la Universidad Autónoma y de música en el Conservatorio; fue un periodo apasionante y muy esperanzador. Después, durante la década de los 80, la capital se convirtió en el centro de la creatividad española y se produjo la eclosión de la movida madrileña. Yo estuve vinculado desde el primer número a la revista La Luna de Madrid, donde publicaba en mi espacio “Galería de náufragos”, entrevistas a personajes muy diversos como Enrique Líster, Ernesto Giménez Caballero, Manuel Vicent, Francisco Umbral, Agustín García-Calvo, Alfonso Sastre y un largo etcétera, seres que venían o estaban en universos paralelos. Como decía Max Aub (quien nació en Paris y murió en México) cuando se le preguntaba por su querencia española: “Uno es de donde hace el bachillerato”. Con ello quiero decir que Madrid es, sin duda, mi primera ciudad, aunque cada vez que vuelvo a la ciudad de México, paseo por la Alameda Central, contemplo los volcanes o bebo agua de jamaica, sé, con certeza, donde está mi origen. Me considero 100% español y 100% mexicano y esa estereofonía cultural me parece un verdadero privilegio. Tengo, afortunadamente, las dos nacionalidades y desde niño viajo a México casi todos los años, normalmente por periodos largos. Por otra parte siempre he estado muy vinculado a la colonia mexicana en España y he colaborando en muchos temas culturales, a lo largo del tiempo, con la Embajada y, sobre todo, con el Instituto de México en España.
- ¿A que te dedicas en España?
Mi vida ha tenido siempre dos ejes principales, la abogacía y la cultura. Tras terminar mi Licenciatura en Derecho, obtuve el Diploma de Derecho Constitucional y Ciencia Política del Centro de Estudios Constitucionales y comencé a trabajar en el Área Internacional del Banco de Bilbao, con el que estuve destinado tres años en Paris, periodo en el que también fui el corresponsal de La Luna de Madrid, lo que me permitió un acceso privilegiado al mundo cultural francés en la década de los 80. Posteriormente, nada más volver a Madrid, me contrató la empresa petrolera Repsol y estuve trabajando en su Asesoría Jurídica casi 30 años. En ese tiempo me especialicé en derecho marítimo y obtuve el Diploma de Derecho Marítimo de la Universidad de Londres. También colaboré en aquella época, como abogado asociado, durante varios años, con el despacho maritimista Goñi & Co. El otro eje de mi vida, la cultura, también ha tenido un recorrido muy diverso. Fui Secretario del Patronato y de la Comisión Ejecutiva de la Fundación Repsol, Secretario de ARCE (Asociación de Revistas Culturales de España), editor de la revista Sur Exprés, consejero-delegado y socio del estudio de identidad corporativa Tau Diseño y colaborador y articulista, sobre todo de música, en muchos medios, principalmente Letras Libres, Experimenta, Intramuros, El Viejo Topo, El Estado Mental, Cuadernos de Jazz, Rockdelux, Enlacefunk, La Jornada, El Mundo, etc.). También he sido asesor musical de los documentales “Le hago caso al corazón” (Warner) y “El corrido mexicano: Música y cuernos de chivo” (TVE) y de las compilaciones de libro-discos “Que te vaya bonito” (Warner) y “La diversidad de las músicas de México” (FNAC). Otra de mis pasiones es la radio, en la que comencé con Alejandro Aura, María Cortina y Eduardo Vázquez haciendo ese magazine semanal sobre cultura mexicana tan añorado en Radio Círculo que se llamó “HoraMéxico”. Desde 2008 formo parte del equipo de “Sonideros” un estimulante programa de exploración musical semanal de cuatro horas de duración en Radio 3, Radio Nacional de España. También tuve una sección, “Mesa de mezclas”, para el noticiero “Así son las cosas” de W Radio en México tiempo atrás.
- ¿Cómo es tu día a día en España?
Desde que abandoné la agitada vida de directivo de la multinacional Repsol así como mis funciones de gestión en Tau Diseño, me organizo el trabajo de forma muy flexible, pues tengo el laboratorio profesional en la casa. Sigo llevando temas jurídicos y de consultoría, aunque dedico la mayor parte del tiempo a la escritura y a la música. Por fin, tuve tiempo de hacer una selección de mis colaboraciones en prensa y las publiqué con la Editorial Montesinos, bajo el título marciano de “Música y electricidad: conexiones y cortocircuitos en la era virtual del acelerador de partículas” en 2018. Con ese misma editorial había publicado años atrás una edición especial con fotografías del exitoso libro de María Cortina de conversaciones con Chavela Vargas: “Dos vidas necesito: las verdades de Chavela”.
- ¿Cómo compaginas tu labor como abogado y como crítico y comentarista musical?
Creo que ya respondí a esta pregunta pero debo confesar que no sé muy bien como pude compaginarlo durante las tres décadas en las que trabajaba a tiempo completo como abogado. Esta suerte de hiperactividad esquizofrénica debe de estar relacionada con el impulso y la ilusión de la juventud y la ausencia, en aquella época, de compromisos y obligaciones familiares. 6-Cuéntanos alguna anécdota que puedas compartirnos de tu trabajo en Radio Nacional de España En el fondo lo de trabajar en la radio te permite una mayor privacidad que si trabajas en la televisión. No conoce tanta gente tu aspecto físico y pasas bastante desapercibido en cualquier situación o lugar público……hasta que empiezas a hablar. Hace dos veranos, estuvimos Tina, mi mujer, y yo una semana en la apartada, silenciosa, voluptuosa y fascinante isla de Hierro, en las Islas Canarias. Una noche, cuando fuimos a cenar a un pequeño restaurante junto al mar, al ordenar la comida la camarera me identificó y me dijo que escuchaba todos los domingos el programa y lo mismo dijeron luego el cocinero y el dueño del establecimiento. He de decir que toda la velada transcurrió con una sensación de calidez y una conexión profunda entre todos nosotros, una suerte de familiaridad que se quedó ahí, suspendida en el aire, cuando nos fuimos.
- ¿Tuviste algún problema para desarrollar tu trabajo en España?
No, yo nunca he tenido ningún problema para desarrollar mi trabajo en España porque siempre he sido español y al haberme educado aquí, no tengo acento mexicano al hablar, aunque si una suerte de suavidad, de prosodia diferente que hace que nadie me identifique como madrileño.
- ¿Has tenido algún problema en tu vida cotidiana en España cuando la gente sabe que eres mexicano?
Tampoco. Todo lo contrario, ese elemento siempre le añade un cierto exotismo para el interlocutor, despierta mucha curiosidad en la gente el hecho de que haya nacido en México. Toda la gente que yo he tratado siente un vínculo especial con nuestro país, mayor que con ningún otro de Latinoamérica, originado, sin duda, por la acogida del exilio republicano español y el hecho de haber sido el único país del mundo que nunca reconoció al régimen de Franco. También se sienten fascinados por la belleza natural de México, la cultura indígena, la idiosincracia y la simpatía de sus gentes y se preguntan, aterrados, como todo ello puede coexistir con el narcotráfico, la violencia, los feminicidios, la corrupción política y esas siniestras señas de identidad que nos persiguen y de las que, espero, seamos capaces de liberarnos algún día.
- Ahora que estamos sufriendo el "estado de alerta" que nos mantiene confinados en nuestros hogares, ¿como llevas el encierro?
Pues desde el punto de vista práctico, lo llevo razonablemente bien, mi casa es amplia y tengo una terraza llena de plantas con vistas a la sierra y al Madrid de los Austrias, por lo que no sufro claustrofobia. Como la mayor parte de mi trabajo consiste en leer, ver cine, escuchar música y teclear en un ordenador, en ese sentido no ha variado mucho mi forma de vida. Desde el punto de vista psicológico y emocional, sin embargo, me encuentro anonanado. Me he dado de baja de Netflix, al darme cuenta de que la realidad supera a la ficción y que como película catastrofista resulta insuperable la pandemia que estamos sufriendo y que apenas es el primer capítulo de una serie que puede llevarnos al colapso de la civilización, a menos que reaccionemos con determinación, radicalidad y prontitud y cambiemos la dirección de nuestro proyecto colectivo, yendo hacia un mundo más lento, más social, más humano, más igualitario y, en definitiva, más libre.
- ¿De alguna forma la música te sirven de compañía en estos momentos tan especiales?
La música siempre ha formado parte de mi vida o quizá, para ser más exacto y más humilde, yo intento pensar que soy parte de ella, de ese flujo de emociones y belleza que nos trasciende. La música debería ser obligatoria en todos los planes de enseñanza: es la manera más natural de dialogar con los demás y sentirse parte del universo. Muchos conflictos personales y sociales provienen de esa falta de conexión, de esa ausencia de sintonía con el prójimo o con el entorno.
- ¿Mantienes algún tipo de comunicación con tus familiares en México, para informarles de la situación en España? ¿Cómo lo haces?
La relación con mi familia mexicana es muy estrecha y continua. Solemos tener una o dos videollamadas todas las semanas. Algunos de mis primos viven en EEUU, Chicago y Nueva York y otros en Ciudad de México. Ellos han estado muy preocupados desde hace semanas con la situación en España pero ahora ocurre a la inversa, todos estamos muy pendientes de lo que pueda suceder en México y del terremoto económico y social que se pueda derivar de esta tragedia que se está cobrando tantas vidas.
- ¿Tienes familia aquí en España?
Pues si, aquí en Madrid, viven mi madre, Lalis, la hermana que nació en México y Marisol, que nació en Madrid del segundo matrimonio de mi madre. También está, lógicamente, la familia materna y por ello muchos y muy queridos parientes a los que sería interminable enumerar.
- ¿Como llevas el tema de la alimentación en España?
Pues soy un perfecto anfibio que disfruta ampliamente de los dos ecosistemas gastronómicos. Sin lugar a dudas, la cocina española es una de las más variadas y ricas del mundo pero es difícil imaginar la vida sin los tacos, las enchiladas, el mole, los frijoles, los tlacoyos y la alegría de los chiles.
- ¿Te has planteado residir definitivamente en España o te planteas en algún momento dado regresar a México?
México cuenta con una exuberancia natural incomparable y dada la extensión de su territorio todavía no está tan maltratada y domesticada como España. Yo sueño con retirarme a vivir con Tina, mi mujer, a alguna playa salvaje, cerca de algún pueblito, en la costa del Pacífico mexicano y tener un barco de vela para surcar el mar todos los días. Ya hemos vivido pequeñas dosis de paraíso en Nayarit, Oaxaca, Sinaloa y Baja California. Espero volver allá algún día y para siempre.
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