Ahora, la pregunta que lanzo al aire es ciertamente muy fácil: ¿hace cuánto que ustedes no visitan el Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México? Pues, la solución es muy fácil y más aún ahora que nos encontramos recluídos en nuestras casas a causa de la contingencia sanitaria que está azotando a gran parte del mundo. El propio museo tiene un excelente portal web que nos permite visualizar con gran detalle, muchas de las piezas que ahi se exponen. También tenemos acceso a información de exposiciones temporales, tanto presentes como pasadas, articulos relacionados con el tema y muchas cosas más. Asi es que no hay pretexto alguno porque, si hace tiempo que no visitan el museo, ahora tienen el tiempo y las herramientas para hacerlo, aunque se encuentren en España y estén a más de 9 mil kilómetros de distancia.
En la sección referente a la historia de la propia página web del museo podemos leer, por ejemplo, éste interesante texto:
Enclavado en el corazón del Bosque de Chapultepec, el Museo Nacional de Antropología se edificó sobre una superficie de 70,000 m2. En la planeación, su ubicación estratégica fomentaría una nutrida afluencia y tendría afinidad con el entorno natural. Su diseño materializó el respeto a la tradición de los pueblos prehispánicos, al tiempo que conservó sus valores y constantes culturales, los aplicó con soluciones nuevas y en armonía con materiales, técnicas y necesidades contemporáneas (por ejemplo, emulando los templos prehispánicos, se eligió la piedra como elemento básico de construcción, aunque con tratamientos diversos). De igual modo, resultó vital la integración de un programa de obras plásticas de numerosos pintores y escultores mexicanos, que habría de otorgarle al museo su peculiar personalidad. El proyecto estuvo dirigido por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, cuya oficina centralizó la toma de decisiones, siempre bajo la asesoría del Consejo Ejecutivo. Desde allí se coordinaron y auspiciaron las exploraciones arqueológicas y etnográficas, se organizó el transporte de grandes piezas desde diversas regiones del país, y se supervisó el traslado de todo el acervo y las instalaciones museográficas del antiguo museo de la calle de Moneda. Al mismo tiempo, se construyó el inmueble, una proeza lograda en sólo 19 meses (entre febrero de 1963 y septiembre de 1964). La forma básica del recinto es un rectángulo fraccionado en espacios que posibilitan funciones y sensaciones diversas al compartir la misma materia prima: mármol, aluminio y cristal. Su manejo se rigió bajo el concepto de “arquitectura de servicio”. Por medio de la comprensión de las necesidades del “usuario visitante” y el “usuario protagonista” (las piezas exhibidas), se determinó necesario un juego armónico entre las áreas abiertas en salas y patios, el manejo de la luz, las dimensiones y el material de los muros.Hay que sacarle jugo a esta etapa de enclaustramiento hogareño y qué mejor oportunidad para visitar uno de los más importantes (si no es que el mejor) museo de México.
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