Con 93 años de edad, Chavela Vargas presentará el próximo martes 10 de julio a las 22:00 horas, un concierto acompañada por Martirio, Raúl Rodríguez y Miguel Poveda, para cantar a Federico García Lorca en la misma Residencia de Estudiantes de Madrid.
Dos días después, el jueves 12 de julio a las 19:30 horas tendrá lugar un homenaje a la cantante con motivo de la presentación del libro "Dos vidas necesito, Las verdades de Chavela" escrito por ella misma junto con la periodista mexicana María Cortina y que cuenta con el prólogo del escritor y crítico de música, también mexicano Kiko Helguera de la Villa. Este homenaje se llevará a cabo en el Auditorio de Casa de América.
Kiko, como prologuista y responsable de la edición de Montesinos nos ha proporcionado el texto que aparece al inicio del volúmen y del cual hemos transcrito los primeros párrafos:
Chavela el lugar donde la canción se dio la vueltaEn fin, que estoy seguro que para muchos de los seguidores de la trayectoria de esta artista, su presencia en estos eventos será el pretexto perfecto para verla y disfrutar de su presencia en la capital española.
por Enrique Helguera
Carlos Monsiváis, cronista infatigable y memorioso de la cultura popular mexicana, decía de José Alfredo que ponerle el apellido era inútil y revelaba falta de confianza (yo añadiría que incluso falta de respeto). Lo mismo podemos decir de su mejor mujer intérprete: Chavela. A comienzos de los años cincuenta, en un momento que resultó decisivo para la historia de la música en aquel país, se cruzaron las trayectorias del compositor que llevó la canción mexicana hacia lo más alto y la cantante que la puso boca abajo, que le dio la vuelta para mirar a lo más hondo. Una voz inconfundible e inaudita, impropia de una época que pregonaba un optimismo superficial colectivo apoyado en la exaltación de los valores patrios, y que tan vistosamente ejemplificó el cine de Jorge Negrete y Pedro Infante, con sus armaduras de charro, los sombreros excesivos y las estruendosas trompetas del mariachi. Por aquel entonces no había muchas voces femeninas, aunque las que había, las inolvidables cantantes Lucha Reyes, Toña la Negra, Elvira Ríos, Amalia Mendoza y Lola Beltrán, eran intérpretes que, de alguna manera, reflejaban distintas tradiciones o formas de abordar la canción mexicana. Chavela inventó la suya, nadie la ha seguido y su forma de cantar ter minará con ella. Una voz potente, a veces dura como pedernal, recia, grave, profunda y desgarrada, pero también versátil, capaz de girar sobre sí misma y con un sonido redondo elevarse hacia registros más agudos, como si fuera un lamento sólido que misteriosamente se licuara en corrientes de dulzura, sensualidad y ternura, o se quebrara secamente en desolación y tristeza. Toda la tensión musical se fragua en su forma de decir las palabras, en la cadencia de sus versos, en el juego de los acentos y los silencios, lo que libera a la canción de su automatismo y la convierte en pura expresividad emocional. A partir de los años cincuenta todas las canciones se volvieron otras al atravesarlas la voz de Chavela Vargas.
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