Actuando bajo la batuta de su creador y director principal, el maestro Enrique Bátiz Campbell, la OSEM brilló intensamente con el marco incomparable que el Palacio de Carlos V de La Alhambra le brindó durante dos días intensos de bella música.
Desde el primer concierto que tuvo lugar el domingo 27 de junio, así como por supuesto en el segundo recital programado dos días después: el martes 29, la Orquesta cautivó a los presentes con la intensidad de las interpretaciones, la selección de los temas ejecutados y el sonido tan vibrante que logró conectar con los asistentes.
La verdad es que, salvo un par de los temas que la Orquesta eligió para su presentación en el festival y que resultaron toda una novedad, el resto fueron obras que conocía e, incluso, algunas me las sabía casi de memoria por ser piezas muy queridas por mi. Por eso, el poderlas disfrutar en directo, con una orquesta mexicana y en ese lugar tan impresionante resultaban un delicioso pretexto para trasladarse a Granada y asistir a ese cónclave musical en clave hispanoamericano.
A pesar que en términos generales la orquesta sonó exquisitamente, con interpretaciones intensas, limpias y precisas, quizá para mi gusto sólo hubo un par de momentos en los que la orquesta resultó demasiado rápida, casi atropellada, como por ejemplo en el Huapango de José Pablo Moncayo o el Sensemayá de Silvestre Revueltas.
Sin embargo, la orquesta sonó cohesionada, espléndida y con la veteranía que le otorgan los años de trabajo en equipo; un equipo en el que no por ser eso, se opaca la labor de importantes solistas que en las diferentes secciones de la orquesta brillan cuando tienen pasajes individuales. En fin, un gozo para los sentidos.
La generosidad de la orquesta y su director se manifestó abiertamente al término de ambos conciertos cuando el publico entregado con sus aplausos provocó que se interpretaran en cada uno no menos de cuatro "encores" igual de intensos, vibrantes y pulcramente ejecutados como los temas integrantes de cada función.
Bátiz, en el primer concierto, dijo algo que me recordó al cantante Vicente Fernández con aquello de que "yo no dejo de cantar mientras no dejen ustedes de aplaudir" aplicado en este caso a la interpretación de bises por aclamación popular.
En suma, dos excelentes conciertos que me tocó disfrutar y que, por momentos, me trasladó a mi patria, a mi México querido, con esa música tan bella que genios como Revueltas, Galindo, Chávez, Márquez o Moncayo hay dejado como un importante legado cultural.
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