Cortometrajes mexicanos en el Museo de América

Mañana se presentará en el Museo de América de Madrid el Ciclo de cortometrajes ANIMACIÓN PARA UN DÍA DE MUERTOS, organizado por el Instituto de México en España, en donde la presencia y la fascinación por la muerte, muy a la mexicana, son el elemento común de esta selección de cortometrajes realizados por animadores mexicanos (y un par de invitadas a la celebración) en diferentes técnicas.


PROGRAMA II
JUEVES, 15 DE NOVIEMBRE DE 2007
A LAS 18:00 HORAS

MUSEO DE AMÉRICA
Avda. Reyes Católicos, 6
Tel. 91 549 2641

Selección: Lourdes Villagómez / Los Animantes
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Los Muertitos, Isabel Herguera, EU-España-México, 1994, 10 min.
Un vendedor de fortunas convence a los difuntos de un cementerio en la ciudad fronteriza de Tijuana para que atraviesen la frontera con EE UU y así poder disfrutar de los placeres del ansiado Norte. Los difuntos emprenden un viaje del que nunca regresarán.

Sombras, Rigo Mora, México, 2003, 6 min.
Un hombre encuentra a su amada tras las alas de la muerte.

Anatomía de una mariposa, Adriana Bravo y Andrea Robles, México, 2003, 5 min.
Disección del recorrido en espiral de una mariposa nocturna (mariposa de la muerte) hacia la luz.

El octavo día, Juan José Medina y Rita Basulto, México, 2000, 15 min.
Al término del octavo día, el Creador se ha refugiado en un oscuro calabozo, donde manipula la vida al extremo y trata de engendrar al ser perfecto que lo inmortalice.

Sin Sostén, René Castillo, México, 1998, 5 min.
En una ciudad hostil, un hombre insignificante decide quitarse la vida. En su caída al vacío es rescatado y seducido por los superfluos encantos del mundo publicitario.

Síndrome de Línea Blanca, Lourdes Villagómez, México, 2006, 8 min.
Biografía imaginaria de una niña que muere atropellada y se levanta como las princesas de los cuentos en busca de su final feliz. El término Línea Blanca en México se refiere a aparatos electrodomésticos (lavadoras, refrigeradores, estufas...)

Hasta los Huesos, René Castillo, México, 2001, 12 min.
Un hombre llega al mundo de los muertos, en donde es recibido por un gusano, calacas sonrientes y la mismísima calavera Catrina. Después de un rato de diversión y coqueteo, el hombre descubre que, después de todo, estar muerto no es tan malo.