El martes, cuando llegué de Málaga por la tarde, inmediatamente salí a Madrid a encontrarme con la ciudad, esa ciudad que me gusta tanto y con la cual mantengo esa relación de amante a la distancia que en cada encuentro me produce momentos de placer, emoción y alegría.
Tomé el metro en Moncloa y, cuando llegué a Callao, me bajé para seguir a pie mi contacto con la Gran Vía que siempre presupone un acto delicioso de complicidad con el entorno y con esos edificios que me parece conocer desde siempre, aunque sólo los haya visto por primera vez desde hace ya 17 años.
No caminé mucho y de pronto me topé con él. Me llamó poderosamente la atención. Me transportó a más de 9,000 kilómetros de distancia. Por un momento Madrid dejó de ser la capital de España para convertirse en Avenida Juárez, en pleno corazón de la ciudad de México. Ahí estaba él...
Se llama Víctor, es de Toluca (capital del Estado de México) y residente en España desde hace casi 4 años. De profesión bolero, o limpiabotas, como se le conoce por aquí. Y tiene un cartel que lo dice todo, muy claro, lo que él es y a lo que se dedica:
"Bolero, Limpiabotas mexicano. El mejor de México en la Gran Vía"
Me cuenta de que tiene mucha clientela, de que le va muy bien. Que sus compañeros de profesión (que no son mexicanos) se han "subido al carro de la mexicanidad" y también tienen cartelitos que rezan "¡Viva México!" pero que el único mexicano en la Gran Vía de Madrid es él. El auténtico. El verdadero bolero.
Yo en ese momento no llevaba un calzado apropiado para dejarse mimar por las manos de un experto bolero mexicano, pero le he avisado que para la próxima ocasión seguro que solicito sus hábiles servicios; después de todo es un hallazgo encontrarse con un verdadero bolero mexicano en plena Gran Vía.
Para mayores señas, su silla está a la altura de lo que es (o era) el Palacio de la Música, ahora en proceso de restauración... seguro lo encuentras y conocerás a un toluqueño simpático y muy profesional, eso que ni qué.