Agosto en Málaga es sinónimo de verano, calor, feria, playa y... chumbos.
Para aquellos que no lo sepan, los
chumbos (o, mejor dicho, "higos chumbos" como se les conoce formalmente) no son ni más ni menos que la versión española de las mexicanísimas
tunas.
Naturalmente cuando llegué a España y, en mi primer verano aqui, me topé con un señor en plena calle vendiendo esta fruta procedí a comprarle un kilo para intentar mantener mi costumbre de comer bastantes tunas al año; me alegró poder encontrar en Málaga una de mis frutas favoritas.
Sin embargo, cuando las pelé y luego me las comí, me di cuenta de que no era lo mismo y que aquel sabor y textura de mis tunas no las iba a encontrar en España.
Si bien, en principio, podemos decir que se trata del mismo fruto, encontramos una serie de diferencias que lo hacen alejarse del manjar mexicano:
- El aspecto exterior, puesto que son más pequeños y con la piel de un tono verde amarillento.
- Las espinas (pinchos en España) son mucho más agresivas y hay que tener más cuidado.
- El color del fruto es más bien amarillento en unos casos y rojizo en otros, nada que ver con el verde intenso que tienen los mexicanos.
- La textura de la pulpa es semi blanda.
- Las semillas son más bien chicas.
- y el sabor es muy suave, poco dulce, en comparación con la tuna mexicana.
La razón de estas diferencias, me cuentan, reside en el hecho de que "las chumberas" (es el nombre que deciden los nopales aqui) son silvestres y no se cultivan, mientras que en México es una cactácea que se cuida y se ha ido refinando con el paso del tiempo. De ahi que nuestra tuna sea más lograda en cuanto a forma, tamaño y sabor mientras que los chumbos sean más bien un fruto totalmente silvestre.
De todas formas, el consumo de los chumbos en España está en vías de desaparecer, no sólo porque van quedando menos agricultores que les merezca la pena ir a cortar unos cuantos kilos de sus campos para luego venderlos en la ciudad, sino también porque las nuevas generaciones se interesan menos por esta deliciosa fruta. Es muy raro encontrar un puesto en el mercado que los venda ya que la forma más común de su comercialización es un puesto callejero directamente del agricultor al público.
Es una pena, y a falta de mis tunas, seguiré de vez en cuando comiéndome unos chumbos por aquello de no perder la costumbre.